La actual guerra comercial de Estados Unidos contra China tendrá profundas repercusiones a largo plazo, independientemente de si las dos partes llegan a un acuerdo comercial en el futuro próximo. Si solo fuera una cuestión de acciones erráticas por parte de un presidente despistado, los efectos podrían haber sido limitados. Pero Trump no está solo. El estado de ánimo general en los círculos de poder de EE.UU. es que China debe ser contenida, o incluso forzada a retroceder. Así que la palabra clave ahora es "desacoplar" la economía estadounidense de la de China.

La guerra comercial que Estados Unidos ha desatado contra China cambiará la historia del siglo XXI, independientemente de si los dos países al final llegan a un acuerdo o no. Señala la decisión de EE.UU. de impedir que China se convierta en una superpotencia económica, utilizando cualquier medio disponible. Pero esta es una política extremadamente peligrosa y además condenada al fracaso. China tiene más de cuatro veces la población de EE.UU. A medida que se desarrolle, su economía superará inevitablemente a la de EE.UU. No hay nada que EE.UU. pueda hacer para evitarlo, así que tendrá que conformarse con esta realidad, quiera o no. Desafortunadamente, no es así como lo ve una parte importante de los círculos de poder de EE.UU.

El espectacular arresto en Canadá del jefe de finanzas del gigante chino de telecomunicaciones Huawei viene poco después de que el gobierno norteamericano a principios de este año impusiera un castigo a otra empresa china de telecomunicaciones, ZTE. El argumento es que estas compañías han violado las sanciones norteamericanas contra Irán. Pero el conflicto va mucho mucha más allá y tiene una importancia profunda tanto para EE.UU. como para China, con consecuencias de amplio alcance. ¿Hasta dónde está dispuesto a ir Estados Unidos para evitar que China se convierta en una gran potencia tecnológica?